Relato erótico Mamada Navideña

Lola Paris

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Relato erótico Mamada navideña

¿Sabes una cosa? Me encanta la Navidad. Especialmente, porque se hacen muchos regalitos. Me siento como una niña cuando me regalan cosas bonitas o cosas ricas. Pero sobre todo, me encanta hacer regalos inolvidables.

Y claro, estando en mi cubículo o zona de trabajo, me puse a pensar en el marido de mi jefa. Fue muy atento con todos los trabajadores de aquí. Nos regaló un delicioso bastón de caramelo. Y como nadie miraba, él decidió regalarme el más grande. Yo lo cogí con las dos manos, ilusionada. Sintiendo su peso y su firmeza y me lo acerqué a los labios para darle una tímida chupadita.

Él me miró con ojos picarones. Dando a entender que fue buena idea darme el bastón más grande y después se alejó. Y yo estaba allí, chupando con ganas mi bastón de caramelo hasta que caí, en que él, no tenía ningún regalo de mi parte. Y me pregunté… ¿qué podría darle yo que se me dé tan bien y que le hiciera feliz?

Subí sigilosamente al piso de arriba y le vi en el mostrador. Eché un rápido vistazo para ver si mis compañeros se habían percatado de mi presencia y me dirigí rápidamente al mostrador. El marido de mi jefa, me vio y sonrió y antes de que dijera nada, me agaché y coloqué bajo el mostrador. Él no entendió nada, pero sintió cómo mis manitas le agarraban de sus piernas, para atraerlo hacia mí.

No podía ver su cara, pero seguramente no le desagradó el sentir mis manos, comenzando a palparle su paquete. Presionando suavemente. Subiendo y bajando y dibujando con mis dedos la forma de su polla. Ésta empezaba abultarse más y más, hasta que podía agarrar con mi mano, toda su polla hinchada bajo el pantalón. 

Bajé la cremallera, rebusqué un poco y saqué a esa pedazo de polla, roja y palpitante. Un glande gordo y bien jugoso me estaba mirando y llamando. Así que decidí darle una chupadita, como si fuera un delicioso bastón de caramelo. Uhmm. Estaba tan rica… una chupadita más, no me haría daño, pero en esos momentos, me sentía de lo más golosa. 

Así que me metí ese glande gordo en la boca, para pasearlo por mis dientes y dejar que se empapara con mi lengua. Apoyé la punta de mi lengua sobre la punta de su polla y la moví rápidamente, hasta que empecé a notar que salía ese delicioso líquido, en señal de que estaba súper cachondo. Y la verdad… yo también estaba súper cachonda. Por eso, mientras me comía su capullo como si fuera un caramelo, bajé una mano a mi coño para acariciarme.

Comencé a darle unos lametones de abajo arriba, para saborear toda su polla entera, mientras palpitaba de placer. Pude ver cómo sus manos se agarraban fuerte, al mostrador. Jejeje, le gustaba y mucho. Así que, con mi mano, empapada en mis propios flujos, agarré su polla por completo y me la metí en la boca, lo más profundo que podía, porque quería que hasta mi campanilla saboreará ese capullo chorreante.

Con la otra mano, seguí acariciándome el coño, frotándome el clítoris con intensidad, porque estaba súper cachonda al sentir cómo esa pedazo de polla entraba en mi boca, llenándola entera y escupiendo líquido cada vez que entrada. 

Sus piernas temblaban, pero yo no paré. Ese sabor a carne me tenía tan viciada que me encantaba tenerla en la boca, bien adentro. Mi mano y mi boca iban a la par, moviéndose hacia delante y hacia atrás. Apretando todo el tronco con mi lengua, con mis labios. Apretaba, Jejeje, incluso un poco más cuando llegaba al capullo. Sé que le gustaba, porque le escuché hasta gemir muy bajo. Resoplando, tratando de guardar la compostura mientras le hacía una mamada navideña. 

Pero yo podía estar a mis anchas jejeje. Mientras se la chupaba, me imaginé su cara de placer y eso me ponía mucho más, así que me metí dos dedos en el coño, para empezar a masturbarme. Ahhh, que rico. Sentir mis dedos, follándome a mí misma, mientras mi coño goteaba en el suelo. Acompasándose los movimientos de mis dedos, con su polla entrando en mi boca. Me estaba volviendo loca.

Pero él mucho más, porque empezó a mover las caderas. Escuché cómo resoplaba suavemente, muerto de placer. Se agarraba aún más fuerte al mostrador y comenzaba a sacar y a meter su polla de dentro de mi boca, más rápido. Y eso me puso tan cachonda que me follé con los dedos, más fuerte y a los pocos segundos, me corría como una cerda en mi propia mano. Su polla, se encargó de ahogar mis gemidos de placer, porque seguía metiéndomela sin parar.

Y ya satisfecha, podía centrarme en la polla del marido de mi jefa, que estaba de lo más necesitada. Así que me agarré a él y pegué mi cuerpo a ellas, haciendo que mis pezones duros rozaran con sus piernas. Podía hacer conmigo, lo que quisiera.

Se alejó del mostrador un poco, para mirarme. Yo estaba allí, con la boca súper abierta, dejándole entrar mientras le miraba a los ojos. Él estaba sudando y enrojecido por la excitación. No dijo nada, solo soltó el mostrador y palpó en el aire mi cabeza. Me agarró del pelo, por la nuca y comenzó a acercar mi cabeza a él a mayor ritmo, con más fuerza, de manera más profunda. 

Ohhhh, que sensación tan increíble sus caderas golpeando mi cara, mientras me follaba la boca como un loco. Su polla me estaba atragantando y se me caían las lágrimas de los ojos, de las mismas náuseas. Pero no quería que parara. Seguí mirándole mientras él me follaba la boca y hacía conmigo lo que quisiera y por fin, sentí cómo su leche empezaba a inundarme entera. Le agarré del trasero y no dejé que se separara de mi cara, para que me diera tiempo a tragarme toda su leche, mientras él no paraba de resoplar, satisfecho de ver cómo le limpiaba. 

Espero que le haya gustado ese regalo de Navidad. A mí me ha encantado darlo, pero creo que a él mucho más, recibirlo.

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