Escrito por Daniel Vega Copropietario de @LATIENDAEROTICA69, Un apasionado de sexo sin tabús Y donde el placer de ella está por encima de todo.
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El día había estado pesado, tedioso, lento y oscuro. Lo único que deseo es verte, mujer que desata mis deseos y pasiones más profundas.
Ya estoy cerca, tomo mi celular, utilizó el marcado rápido.
-Hola Amor.
-HOLA CIELO! Te estoy esperando, tengo que colgar, llega rápido.
No sé porque siento un temblor en tu voz. ¿Qué estás haciendo?
Por fin he llegado. Mi corazón late fuerte, siento un escalofrío que recorre mi espalda, la excitación se siente en mi respiración, necesito revelar el misterio.
Abro la puerta, veo que estas deliciosa en esa ropa interior negra, que contrasta a la perfección con el color de tu piel, siento tu aroma, es tu perfume mezclado con tu sexo. El ambiente es perfecto para tenerte completa para mí.
Mis ojos se deleitan viéndote con tus piernas abiertas, tocas tu sexo con esa pausa perfecta, tu cara es divina y tus labios ligeramente apretada por tus dientes me invitan a besarte.
Suelto mi morral y me acerco muy rápido hacia ti. Mi boca busca tu boca con locura. Y cuando estoy a punto de llegar me tomas de la cara y me ordenas que bese tu vagina.
Me arrodillo ante ti, miro cada parte de tu sexo y comienzo a besar cada parte de tu vagina, mi lengua recorre cada rincón de tu sexo. El sabor a ti, el olor a ti me transforma, no puedo estar más excitado.
Se que lo estoy haciendo bien, tu respiración, tus sutiles gemidos y la lubricación de tu sexo me lo hace saber, la recorro completa sin dejar nada al azar.
¡Es tu momento!
Acelero los movimientos de mi lengua, tu clítoris es mi objetivo. Siento como palpita, siento como tus uñas en mi espalda me indican así lo deseas doy pequeños y delicados toques combinados con fuertes y profundos trazos de mi lengua. Mis dedos se deslizan y llegan a ese maravilloso punto g que te identifica al tiempo que se empiezan a mover con vehemencia y velocidad.
Tu respiración se entrecorta. Lo sé ya casi. Aprieto mis dedos contra tu punto g y mi lengua extenuada no deja de moverse con locura.
Mi boca, mi nariz, mis dedos y mis oídos lo sienten. Un orgasmo profundo inunda la sala, inunda mi boca y mi mano me pides que baje mi velocidad, que no siga… estas muy sensible
Continuara…
Tus ojos me lo dicen todo, las miradas marcan mi próximo movimiento. Me pongo de pie y ante tu mirada picara abro los botones de mi camisa, desabotono la correa y mi pantalón, caen solos y quedan en mis tobillos. Mis bóxer blancos no dejan nada a la imaginación, mi erección esta en su punto más alto incluso logras ver cada vena de mi pene marcada en la tela.
Tomo tu mano y ayudo a que te levantes del sofá, tus piernas aun tiemblan, tus labios están a la altura de mi cara y aunque me muero de ganas de besarlos.
Es mi venganza. Me acerco a tu boca pero sólo la rozó, sigo directamente a tu cuello. Un sutil gemido sale al ambiente.
-Sígueme, es una orden.
Digo con una voz firme.
Caminas en punta de pie hasta la habitación y cuando juras que todo sigue en la cama. Te tomo con fuerza por la espalda y quedas mirando a la pared blanca y fría.
Esto es más que una simple requisa. Coloco tus manos contra la pared y te pido que no las muevas, acto seguido mi mano se enreda en tu pelo, despejando la curva de tu cuello en un solo movimiento.
Mi boca se come tu cuello con pequeños mordiscos y mi lengua recorre cada parte desde tus hombros hasta tu oído. Mis manos recorren tu espalda, abdomen, caderas.
Me acerco a tu oído y mientras mis dedos sienten tus pezones, susurro suavemente en tu oído.
-Eres mía. Solo mía. Nadie nunca te podrá hacer venir como lo hago yo.
En un solo suspiro sientes entrar mi pene en ti, Es un movimiento lento, profundo y sostenido. Si! es muy grande, está hirviendo, está muy duro.
Pero tu sexo está muy mojado, está muy dilatado.
Fui diseñado para ti. Cada parte de mi entra en ti con ese ligero dolor mezclado con todo el placer de tu ser.
Repito con voz fuerte. – Eres mía. Sientes mi pene recorrer toda tu vagina.
Mis manos toman tus caderas con fuerza. Tus manos empujan la pared.
Nuestros movimientos están sincronizados. El tiempo se desdibuja solo somos tu y yo en un momento de lujuria total.
Te conozco a la perfección, tu piel está roja, tu respiración se entrecorta, tu sexo me presiona mi pene.
Y de debo confesar que yo tampoco aguanto más.
-Amor YA!
Gritas desesperada.
Te doy cada parte, cada gota, cada respiración de mi.
Soy tuyo.
La sincronización es perfecta, nuestras expresiones de clímax se juntan en un mismo segundo.
Dulce, caliente, denso, húmedo. Describir cuántas sensaciones tenemos es imposible.
Tú vagina palpita, y mis ojos miran con morbo como bajan las gotas de semen por tus piernas.